Sin cambiar ni una coma, dice así;
Bultaco fue la creación de un ser irrepetible, en la línea de Carlo Guzzi, Enzo Ferrari, Wifredo Ricart. Un señor en el más amplio sentido de la palabra, mezcla de doctor ingeniero, artista, gran psicólogo… Diría que más que saberse rodear de las personas idóneas, sabía potenciar las cualidades de las personas que le rodeaban. Así se puede entender que sin tener genios a su alrededor, como Francisco Tombas en DERBI, Eduardo Giró en OSSA, o Walter Kaaden en MZ, podía estar siempre allí gracias a sus técnicos, sus pilotos, y su magia.
Se podría afirmar que la semilla del motociclismo que tenemos hoy fue sembrada por Francisco Xavier Bultó; hizo de un vehículo llamado moto, un deporte, una forma de sentir y vivir, contagió a medio mundo el placer de disfrutar de la moto de campo y conocer una nueva dimensión.
Con este entusiasmo podía construir cualquier cosa que se propusiese, y en un principio fueron las Montesas X45, las Nervo, y posteriormente las depuradísimas Sprint, que fueron la cima de su primera etapa.
Su genio acabó estallando en la creación de Bultaco, donde se produce algo más que motos: técnica, técnicos, mecánicos, investigación, método, y disciplina, en todos los sentidos, pero sobre todo entusiasmo. Todos estos ingredientes se respiraban dentro de la fábrica, pero también fuera de ella, en cada una de las competiciones se dejaba su sello.
Durante dos décadas, hasta el mismísmo año de su cierre, luchó en todas las especialidades de los diferentes campeonatos, tanto nacionales como internacionales y mundiales.
Y dos años después de su cierre en 1981, Ricardo Tormo con una TSS monocasco Mk2 todavía fue campeón del mundo en la categoría de 50cc.
Ramón Galí